
Febrero siempre ostenta ser el mes del amor. Semanas antes muchos preparan excéntricos detalles para San Valentín, festividad que se ha secularizado y alejado de su sentido originario. También, empezamos a ver por ahí la imagen de un joven alado, equipado con un arco y unas flechas de punta acorazonada, pero nadie nos dice que se trata de un dios que coprotagoniza un antiguo mito.
Hablamos, en la mitología romana, de Cupido, el dios del deseo y el amor. Su historia romántica con la princesa Psiquis es conocida gracias a la novela El asno de oro, escrita por Apuleyo en el siglo II. Pero investigando un poco me encontré con que se han hecho un montón de versiones y reinterpretaciones a lo largo de los siglos.
Una de ellas fue la obra de teatro El amor enamorado, escrita en 1864 por Juan Eugenio Hartzenbusch. En su argumento, algo del inicio me llamó mucho la atención:
Venus discute con su hijo Cupido, que desea amar a alguien, y le predice que, si ama, padecerá en el espíritu el tormento horrible del desengaño, y en el cuerpo un dolor agudísimo, de que sólo tienen idea los hombres, un dolor de muerte que dure y no mate.1
Se me hizo muy curiosa la manera de Venus —diosa romana de la fertilidad, la belleza y el amor— de referirse al hecho de amar: algo doloroso que nos atormenta y que trae la muerte en vida. Y, en cierto modo, resulta ser verdadero... amar comprende riesgos.
Así lo ilustra C.S. Lewis en un párrafo colosal:
No hay inversión segura. Amar, de cualquier manera, es ser vulnerable. Basta con que amemos algo para que nuestro corazón, con seguridad, se retuerza y, posiblemente, se rompa. Si uno quiere estar seguro de mantenerlo intacto, no debe dar su corazón a nadie.2
Pero, más adelante, Lewis nos advierte de una razón trascendental por la cual tomar el riesgo de amar:
La alternativa de la tragedia, o al menos del riesgo de la tragedia, es la condenación. El único sitio, aparte del Cielo, donde se puede estar perfectamente a salvo de todos los peligros y perturbaciones del amor es el Infierno.
La misma figura de Cupido, según su tradición simbólica, nos lleva a la idea del amor como un peligro inminente: nos clava, contra nuestra voluntad, una flecha cuyos efectos nos preserva sumidos —encantados y atontados— en la fijación erótica3 por una persona; fijación que aparta nuestros pies de la tierra y nos distrae de lo que, hasta entonces, era nuestro mundo.
Además, en muchas representaciones la imagen de Cupido es la de un niño con los ojos vendados. Un terceto de Juan de Arguijo interpreta genialmente la suerte de este simbolismo:4
Agraven mi prision mayores males, Pues es fuerza que á un niño sacrifique Mi firme amor, y á un ciego mi belleza.

Así, nos llega de la antigüedad la famosa idea de que “el amor es ciego”, y, de alguna manera, las flechas de Cupido parecen representar esa falta de voluntad al enamorarnos... y aquí está la clave de todo: en verdad no he estado hablando tanto del amor como del enamoramiento.
Nadie señala con el dedo a alguien diciendo “yo me enamoraré de esta persona” y, por decisión arbitraria, se enamora. En cambio, nos enamoramos y, sólo después, nos disponemos a descifrar los porqués —mientras nos desvivimos en la conquista o nos lamentamos por un deseo imposible.
¿Será que hay algo celestial que, como lo simboliza la mitología, nos flecha? Pocos conocen, además, que Cupido tiene dos tipos de flechas: las de oro, que enamoran, y las de plomo, que desenamoran (y bien sabemos, por experiencia propia o ajena, que muchos amores se apagan sin razón aparente).
Con todo esto, la gran pregunta que me hago es la siguiente:
¿Podemos elegir de quién nos enamoramos?
Porque tenemos a José Ortega y Gasset, quien nos dice que «todo el que se enamora es que quiere enamorarse».5 ¿Qué papel juega, entonces, nuestra libertad en este asunto? Pues cada quien tiene que hacerse responsable de sus pasiones, ¿no?
Y, no menos importante: ¿en qué se diferencia el enamoramiento del amor?
En fin, creo tener algunas respuestas, pero me las reservaré para una ocasión especial… ¡Filosofando Sin Filtros tendrá su primer episodio EN VIVO! 🔴👇🏻
Evento 🎤
La cita es este domingo 9 de febrero, en el C.C. Parque Cerro Verde a las 5pm. Aura Bazar nos invitó a hablar con ustedes sobre una Filosofía para Enamorar(se). ¡Los esperamos allí! 💌
Podcast 🔊
Esta semana, en Filosofando Sin Filtros publicamos un episodio sobre la libertad. Conversamos con Silvia Guijarro, doctoranda en filosofía, sobre si comprendemos realmente todo lo que implica ser libres. Al final, además, hay una linda reflexión sobre el amor (que bastante tiene que ver con este artículo).
Recomendación 💻
En este artículo de Regina Sierra podrán encontrar distintas representaciones artísticas de Cupido a lo largo de la historia y sus explicaciones. El ejercicio de tomar algún tema o personaje y ver cómo era plasmado en los diversos periodos y movimientos artísticos se me hace sumamente interesante.
📰Artículo aquí: Cupido en el arte: la historia de cómo el dios del amor ha inspirado a los artistas por siglos.

Adolfo Bonilla y San Martín, El mito de Psyquis (Un cuento de niños, una tradición simbólica y un estudio sobre el problema fundamental de la filosofía) (1908, Henrich y Cª.-Editores, p.27).
Clive Staples Lewis, Los cuatro amores (RIALP, 2007, p.135).
Eros es el homólogo de Cupido en la mitología griega.
Juan de Arguijo, Psíquis a Cupido.
José Ortega y Gasset, Estudios sobre el amor (Revista de Occidente, 1966, p.104).
Primero, muchas felicidades por tener la oportunidad de hacer un episodio en vivo. Me imagino lo emocionados que están al respecto.
Segundo, hay cosas sobre Cupido que no sabía (pero ahora ya sé), como lo de los tipos de flechas. Y la descripción de las flechas de plomo me recordó a la serie animada de MTV Daria (más que todo porque la estoy viendo ahora), debido al crush que tenía la protagonista (Daria) hacia el hermano de su mejor amiga: Trent. Pero mientras transcurre la serie, Daria se da cuenta de que al final Trent solo se quedaría como un crush debido a su actitud y personalidad. Muy interesante la verdad (aparte recomiendo mucho la serie, es muy graciosa).
Lamentablemente no podré estar en el lugar del episodio en vivo por motivos de distancia estatal, pero espero que el episodio se públique para ver que piensan de la distinción entre enamoramiento y amor (así poder dar una mejor opinión).
¡Saludos y de nuevo, felicidades!